Cuando recibes un documento de alguien, que sabes que no escribiría lo que en él pone, ¿qué piensas? Que alguien lo ha escrito por él, obviamente.
Pues en las empresas, pasa mucho. Tienes un cliente, del que recibes normalmente documentos y claro, de repente llega uno que te sorprende. Ese documento, casi con toda seguridad, no la ha escrito él, de hecho en gran cantidad de casos, apostaríamos a que el que lo realiza es un consultor.
Y es que los consultores son, en muchas ocasiones, las manos negras de aquellos, que piensan que los necesitan. De hecho, aprovechan que tras sus escritos, el que los recibe suele hacer, algo más de caso, para convencer al cliente de lo necesario que es. Lo malo es que su cliente, no se da cuenta en la espiral que se mete. Los consultores, buscan cualquier rendija de un contrato, para meter baza. Como tienen razón, una parte del contrato, tiene que hacer lo que le pide la otra. Pero escarmienta y para el próximo contrato afina más, dejando menos huecos y con ellos, mucha menos flexibilidad al hacer las cosas. Este círculo vicioso no parara, mientras estén los consultores y al final, el que pierde es el que contrató a los auditores, pero es demasiado tarde, porque su proveedor, ha perdido, algo fundamental, la confianza.
Desde aquí, os aconsejamos, hacer el caso justo a los consultores y preguntar TODO lo que no se entienda. Una relación cliente / proveedor, flexible, aseguramos que funciona mejor que una rígida.
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