Pues si, ante la aparente inocencia de una encuesta, según el contexto en el que está y a quien vaya dirigida, puede ser una trampa.
En algunas empresas, cuando lanzan un departamento, un producto, una nueva forma de hacer las cosas, puede, que al poco tiempo de estar en marcha, los responsables lancen una encuesta a los que lo utilizan.
Decimos que es una encuesta trampa, porque los resultados que esperan obtener de la misma, son unos y los que la reciben lo saben, por lo que las repuestas serán acorde con lo que esperan.
Así las cosas, cuando una minoría, se toma en serio la encuesta y decide aportar su opinión sincera, dando posibles soluciones y cauces para arreglar los problemas que pueda encontrar, los que hacen la encuesta, se limitan a descartarlos, porque es una minoría. Lo mismo sucede con los pelotas, que saldrían por encima de la media y también quedarían descartados.
Por lo tanto, una vez descartados todos, los que quedan son la mayoría, que está, en parte, dirigida hacia el objetivo del encuestador, obteniendo como resultado, lo que ellos buscan. Este resultado, por norma general, es desacertado y no mostrará la realidad de lo que han hecho, eso sí, quedarán como unos perfectos gestores, que hasta en las encuestas salen bien parados. Ellos mismos, ya lo decíamos ayer, no hay más ciego, que el que no quiere ver.
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