En contra de lo que parece que muchos no creen, el tiempo, en realidad, es finito. Los segundos caen, uno tras otro. Puedes pensar que una tarde te da tiempo a ir de compras, a lavar el coche, a ver a tus amigos, a tener una cena romántica, a escribir en el blog,... pero como el tiempo es finito, llega un momento, que o se te pasa la hora de la cena, o tus amigos se han ido a dormir, o la gasolinera está cerrada. El caso, es que no te ha dado tiempo para hacerlo todo.
Por la forma de vida y de gestionar las cosas de la gente que nos rodea, da la sensación que piensan que el tiempo es eterno, que puedes estar esperando eternamente para cualquier cosa, pero no es así. El famoso refrán, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, cobra todo el sentido. Si vamos posponiendo las cosas, al final, o bien no las acabas o bien llegas tarde a hacerlas. En ambos casos, tendrás un problema. De hecho, pensamos que es mejor, no comprometerse a algo, antes que decir que si y luego no hacerlo.
La gestión del tiempo en cualquier apartado de la vida, es vital. En el trabajo mucho más, ya que las cosas, tienen sus fechas, que por lo general es necesario cumplir.
Esta entrada se ha publicado una hora tarde, ya que pensamos que nos iba a dar tiempo para muchas cosas, por lo que hemos llegado tarde a la hora de escribir estas líneas. Obviamente, ayer, no gestionamos bien el tiempo, de hecho la entrada está escrita hoy, ya que el día de ayer, se nos acabó.
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