martes, 8 de marzo de 2011

Incredulidad

Muchas personas son incrédulas, probablemente, de nacimiento, lo tenemos comprobado. No podría explicarse de otra manera, que pongan en duda absolutamente todo.

A más de uno os habrá pasado, tenéis un amigo (o varios), a los que les cuentes, lo que le cuentes, por asombroso que sea, les parece que no es cierto o en caso de creerlo, para ellos, es una tontería porque les pasa a todas horas.

La verdad es que ponen bastante nervioso al que tienen al lado. Lo peor viene, cuando una de esas personas, en lugar de tu amigo, es tu jefe, entonces la cosa cambia. Porque resulta, que tienes que defender cosas, que conoces bien, pero que sabes que tu jefe no va aceptar, ni de lejos. Es cuando entra en juego el arte del camelo. Pero claro, tienes que hacerlo con sutileza, ya que de otro modo, el jefe se daría cuenta y no tragaría.

La técnica que nosotros solemos usar, con quien nos viene de esa manera, es demostrarle que lo que dices es cierto y que él está equivocado, ya que de esa manera, no le queda más remedio que recular y creerte. El problema es que a veces, es muy complicado demostrarlo. Por lo que recurrimos a dar la razón como a los locos, de manera, que se de cuenta, que no le estamos haciendo el debido caso, porque dice tonterías y normalmente, también recula.

¿Os habéis encontrado algún caso así?

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