O esa es la sensación que queda, después de pasar casi toda la jornada de reunión en reunión. Las reuniones tienen sentido, cuando tienen contenido, pero por lo general, en las compañías, se hacen reuniones, mal llamadas de seguimiento, porque a veces, con el tiempo que distan una de la otra, es probable que carezcan de contenido y por tanto sean inútiles.
Este tipo de reuniones, inútiles en general, son las de seguimiento diario de una actividad. Si la jornada tiene ocho horas, de las cuales dos las dedicas a una reunión de seguimiento, te quedan seis horas para trabajar, como el ritmo de trabajo, también por lo general, no es constante, ya que recibes llamadas, correos electrónicos, etc... al final, para la reunión del día siguiente, poco puedes contar.
Por eso, las reuniones, serán útiles si se planifican bien y se les da contenido. Con todo esto, no queremos decir que no se puedan hacer reuniones diarias, pero sólo en caso de ser necesarias. Por establecer una periodicidad genérica, las reuniones, deben ser menos frecuentes al principio de un proyecto y con mayor frecuencia al final. Esto tiene su sentido, ya que al principio del proyecto está todo por definir y se tarda en avanzar, mientras que al final, los cambios si pueden verse día a día, ya que se liman los flecos.
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