Cuando llega un período de relax, como el que se vive en este paréntesis de la semana Santa, corremos el riesgo de perder el norte y no hacer lo que debemos. Esta pérdida puede acarrearnos problemas a la vuelta de las vacaciones.
Los problemas vendrán cuando, lleguen las prisas por acabar cosas, que se supone debían hacerse en este período. Por lo tanto, lo mejor, es no relajarse en exceso e ir allanando el camino. La otra opción es encontrar réplicas, para cuando te pregunten por lo que no has hecho, pero no es una opción muy válida, porque te lo exigirán y te faltarán días.
Dicho todo esto, lo que está claro, es que no debería existir el período de relax, fuera de las vacaciones y horario fuera del trabajo. El trabajo está para trabajar y si no lo haces, al final lo pasas peor. Unas veces, te encantará lo que estás haciendo y el tiempo pasará muy deprisa y otras, simplemente lo harás, porque tienes que hacerlo, aunque ni te guste ni compartas lo que se está haciendo.
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