Seguro que a más de uno os ha pasado, solicitas algo para tres personas (por poner un ejemplo) y resulta que cada una de las peticiones (que recordamos son exactamente iguales), llega a una persona diferente para tratarlo. Las normas son las mismas, las peticiones son idénticas, se supone que el resultado sería el mismo, pero te encuentras, con que a uno le llaman y le piden datos, a otro, simplemente le llaman para informarle que su petición está atendida y al tercero, que le faltan unos días para atender su petición.
¿Cómo es posible, que si todo es exactamente igual, los resultados no sean los mismos? A nosotros sólo nos queda pensar, que las reglas están hechas para saltárselas, que cada uno se las salta, como lo entiende y que las cosas, te saldrán, según lo inteligente que sea, el que tiene que hacerlas.
Por eso, cada vez que llamas a un servicio de atención al cliente, depende de quien te atienda, la incidencia irá mejor o peor y por eso, un servicio de atención al cliente en el que cualquiera puede entrar, se le explican cuatro cosas y a funcionar, nunca dará un buen resultado.
Para todo es necesario tener profesionales, lo cuales deben estar cualificado para realizar su trabajo en base a unas normas, pero además tener cabeza para aplicarlas con inteligencia, aunque en algunos casos, tenga que hacerlas un poco flexibles. Si las reglas tuviesen que ser inflexibles, detrás de ese puesto de trabajo, no debes poner a una persona, sino a una máquina, que simplemente analiza y da un veredicto.
Las personas, somos las que ponemos inteligencia a los procesos de las empresas, ponlas en el puesto, para el que sirve y sobre todo, escucha a todas, seguro, que si están bien contratada, tendrá algo que aportarte.
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