Muchas veces, en las empresas, hablamos con los jefes y nos dicen cosas que no nos podemos creer. De hecho, si les criticamos algo que nos parece que se hace mal, lo defienden a capa. La razón de hacer esto, es que, como decimos en el título de la entrada, es institucionalmente correcto.
Pero claro, lo que no se dan cuenta, es que esa defensa de algo, porque lo dicen la altas esferas, sólo trae consigo, que algo que no es bueno, se convierta poco a poco en malísimo. Ya hemos contado en otra ocasión la historia de El traje nuevo del emperador, en la que un emperador, pidió el traje más exclusivo que exista y le hicieron un traje (seguramente unos consultores), que sólo podían ver, los inteligentes. Obviamente, los sastres (consultores), no le hicieron traje y le dejaron desnudo, pero nadie se atrevía a decir nada, porque no pensasen que eran tontos. Hasta que un día en un desfile, con su flamante traje, un niño, que no entiende de tonterías (informes de consultoría), le gritó, ¡si va desnudo! Y el emperador, que lo sabía, pero tampoco quería pasar por tonto, pues se dio cuenta de la trampa, muy tarde.
Exactamente eso, es lo que pasa en las empresas, nadie se atreve a decir nada, no sea que le caiga una bronca y por lo tanto, sea correcto lo que se dice o no, al final, nadie lo critica. Pero bueno, es lo que tenemos y con lo que hay que lidiar. Unos criticamos más (es cierto que tenemos poco que perder) y otros, arriesgan menos (porque no pueden permitirse el lujo de perder un trabajo). De todos modos, el que pierde es siempre, el empresario, ya que está regalando dinero a espuertas. Por eso, cuanto más pequeña es una empresa, menos pasan estas cosas.
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