Es curioso, cuando alguien te llama para preguntarte algo y cuando le contestas, resulta que le da la vuelta a la tortilla y es el el que te está ayudando a ti.
Seguro que os ha pasado más de una vez, os llama vuestro jefe, os pregunta que cómo se hace algo, le contestáis la manera de hacerlo y le preguntáis al final si era lo que quería, ahí es donde cometemos el error. Esa pregunta, es el pie, para hacer que nuestro jefe, nos explique que sí era lo que quería, pero claro que no hemos entendido algo que el nos lo va a explicar. Al final, resulta, que él ha quedado como el jefe, que todo lo sabe y nosotros, como los empleados, que necesitamos ser enseñados.
Por eso, lo mejor, es que cuando nos pregunten, aseguremos la respuesta, tanto si le vale a nuestro interlocutor, como si no, además, contestando, únicamente, a lo que pregunte, nada de complementar con cosas de nuestra cosecha. De esta manera, si quiere saber algo más, tendrá que preguntar más concretamente, a lo que responderemos, exclusivamente a lo que vuelva a preguntar, con la misma determinación. De esta manera, el sabrá que sabe poco y tu no necesitarás ser enseñado.
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