Si a tus clientes, no les pones fácil dejar de ser clientes, es probable que no vuelvan y además, que no hablan bien de ti, lo que conllevaría, perder posibles clientes.
Cuando abres una empresa, tu idea es conseguir clientela y con ella, negocio. De hecho, si tu empresa funciona como debe, conseguirás, a través de tus clientes, nuevos clientes. Y cuando hay clientes, que llegan, a través de otros, ten por seguro, que serán más fieles, porque nadie les ha vendido nada.
Pero, si cuando un cliente, por la razón que sea, decide dejar el contrato, tienes que intentar darle las mayores facilidades para hacerlo, de hecho, deberías darle, al menos, las mismas facilidades que para entrar. De esa manera, estará contento y en caso de tener una mala experiencia con el cambio, probablemente vuelva.
Los clientes, como no puede ser de otra forma, son lo más importante para una empresa, precisamente por eso hay que cuidarlos y mantenerlos, de manera que sigan estando con nosotros. Por poner un ejemplo, si a un hijo (cliente), le das todo y no le pones límites, el día que se los intentes poner, será demasiado tarde y casi con toda seguridad, lo habrás casi perdido. Con un cliente es lo mismo, si siempre que te pide algo se lo das y cuando no lo haces intenta irse y lo retienes a la fuerza (no facilitándole la salida), cuando salga, no volverá.
Quizá en la entrada hemos enredado demasiado la sencilla explicación, pero de verdad, que nos ha pasado muchas veces, intentar dejar una compañía de teléfono, de luz, de gas, incluso un hosting y os aseguramos que a alguno de ellos, no pensamos volver.
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