En las empresas, es muy común enviar felicitaciones a los empleados, cuando se cumple un hito que la compañía considera importante. Lo normal, es que el responsable de ese hito, de mayor "rango", felicite a su primer nivel en la jerarquía, pidiendo que se haga extensible al resto. Después, ese nivel al inferior y así, hasta el último mono de la compañía.
Pues bien, las palmaditas en la espalda son maravillosas, pero como decía un amigo, estoy de palmaditas hasta el moño. Y es que muchas veces, preferimos que en lugar de darnos palmaditas, nos den un reconocimiento, un ascenso un incentivo, ya sea económico o en especie, en definitiva, que cuando hagas algo, que a la compañía le reporte un beneficio, se comparta contigo.
Una vez más, en el mundo en que vivimos, esto es una utopía, pero de verdad, que luego no quiero oír quejas de esos mismos directivos, diciendo que las personas no se implican con la empresa. Que aprendan a motivar y se dejen de palmaditas, que tenemos ya chepa de tanto golpe.
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