Es increíble (y maravilloso), lo distintas que somos las personas. Cuando en un trabajo, por más que te esfuerzas, las cosas no salen, pasan los días y ves que tu esfuerzo sirve para poco, que cada vez que pides ayuda, tienes un montón de gente preguntándote "¿cómo vas?", en definitiva, estás deseando irte de vacaciones o para siempre de ese sitio, pero ves que no es posible, decides que lo mejor es dejarte llevar y si salen las cosas, que salgan y sino, pues nada, total, la empresa no es tuya.
Y a lo que íbamos, tienes a otras personas, completamente distintas, las que aún estando en el mismo sitio, sufriendo lo mismo, sigues esforzándose, intentando hacerlo otra vez, porque la anterior había sido casualidad, se van de vacaciones y cuando vuelven vienen con las pilas cargadas y trabajando más, que cuando se fueron, en definitiva, da la sensación que no se desaniman nunca.
La verdad, es que hemos conocido de todo, incluso en una misma persona, pasar por ambos estados, nosotros (varios del grupo), estamos en este momento, en la primera de las situaciones, y por más que intentamos animarnos, vemos que no hay manera. Así que nos acercamos a aquellos del grupo, que están en la segunda situación, a ver si se nos pega algo. Es lo bueno de los equipos, que por norma general, los del segundo grupo, animan a los del primero, creando un clima estable, que es el que hace que el equipo funcione, si todos están en el grupo uno, mal va la cosa, pero tampoco irá mucho mejor con todos en el segundo grupo, ya que la competencia sería brutal.
Como siempre, en el medio está la virtud y es lo que tenemos que perseguir.
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