En la sociedad en que vivimos, en que tenemos miles de formas de comunicarnos, nos sorprende lo difícil que es hacerlo. En primer lugar, comunicar por escrito, según con quien lo hagas, puede ser hasta indescifrable. Y por otro lado, la comunicación verbal, cuando se usan las mismas palabras para cosas distintas, crean confusiones.
Al final, ocurre lo de siempre, tenemos una parte, que comunica algo a otra, pensando que lo ha dejado muy claro y otra parte, que entendiendo de otra manera lo que le han contado, tiene muy claro lo que le han contado. El problema está servido, ya que el final, una parte, no obtiene de la otra lo que espera, lo que crea un problema, donde no debería existir.
Todo sería mucho más fácil, si cuando una de las partes, no está teniendo la respuesta de la otra, que esperaba, volviesen a hablar, para dejar claros los objetivos. Pero por lo general, ambas partes están convencidas que la otra tiene que tenerlo claro y que, aunque los pasos que de, no sean los correctos, antes o después, rectificará, lo que, también por norma general, no sucede.
Y es que comunicarse, es muy importante, sobre todo, como dicen por ahí, escucharse, no sólo oírse, que no sirve para, absolutamente, nada.
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