Y no hablamos del plano espiritual, que, en nuestro caso, sigue intacto, seguimos conmemorando la pasión y muerte de Jesucristo, con las mismas ganas. Pero sí, en el plano de saber dónde estás. Y es que, tal y cómo se trabaja hoy en día, la Semana Santa, no es más que dos fines semana, puestos uno detrás del otro, por lo que el Jueves Santo, pasa a ser un sábado del montón y el Viernes Santo un domingo, tras el que llega otro sábado y otro domingo.
Esto lo notamos en que cuando pones la televisión, esperas ver programación de sábado y domingo, pero como es jueves y viernes, ves la programación semanal, sobre todo el jueves, que no es fiesta en toda España. Y de hecho, si no eres muy religioso, lo vives exactamente igual que un fin de semana.
Antes, cuando éramos niños, teníamos toda la semana de vacaciones, íbamos a los pueblos (que casi todos teníamos uno), y vivías la Semana Santa, de otra manera, te reencontrabas con todos los que iban al pueblo, en esas fechas (Semana Santa, verano y Navidad) y se hacían unas vacaciones muy largas.
Ahora, con tanto trabajo, con la idea, cada vez mayor, de que los empleados, tenemos que estar, 24 horas al día, los siete días a la semana, a disposición de la empresa. Con unos gobiernos, que sólo apuestan por estas empresas, lo que se consigue es que la Semana Santa, que debería servir para desconectar del trabajo y volver con fuerzas renovadas, sólo sirve para tener dos fines de semana consecutivos, que pasan volando.
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