Cuando alguien te encarga el diseño de algo, sea lo que sea, es muy importante que tenga claro lo que quiere. De no tenerlo claro, es mucho mejor, que no intenten pedir el diseño. ¿Por qué decimos esto? Pues muy sencillo, cuando un diseñador se pone a hacer algo, hay que tener claro, que no tiene porqué tener el conocimiento de la empresa, ni sus preferencias, ni sus ideas. Obviamente puede informarse, y lo hará, pero jamás, por muy bueno que sea, será capaz de plasmar, lo que en el corazón llevan los dueños.
Por eso, un diseñador, puede exponer un montón de ideas, basadas en su experiencia, en lo que entienda de la empresa, y al final, entre todas las ideas, elegir una. Pero si el que encarga el diseño, no participa y mucho, jamás tomará el diseño como algo suyo.
Tal y como lo vemos, a la hora de llamar a un diseñador, lo mejor, es tener, al menos, una idea clara de lo que queremos, hablar con él, explicarle muy claramente cuáles son tus prioridades y dejarle hacer. Haciéndolo así, el diseñador, pone toda su atención, en menos cosas, creando algo mucho más específico, que seguro, gustará desde el principio, por lo que una afinado, será algo que nos gustará y querremos.
De ésta última forma, tendremos un diseño que nos gustará y a un precio razonable, y de la primera forma, tendremos un diseño, que nos servirá (no gustándonos) y, probablemente, al mismo precio, o mayor.
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