En las empresas, hay muchas formas de ascender y una de ellas, es ir escalando, vamos a llamarlo, por visión. Nadie te asciende, pero te dejas ver. Te dejas ver en reuniones que no te corresponden, te dejas ver en sitios que no son los tuyos naturales, te cambias a un sitio, más de directivo que de tu cargo, en definitiva, sin ser jefe, haces ver que lo eres y, al final, de mucho aparentar, alguien va y te hace jefe.
Quizá, esta forma de ascenso, que es más común de lo que parece, es una de las razones, por las que la dirección en España es tan mediocre, ya que la gente no asciende por sus méritos, si no por sus aires de grandeza. Ya lo decía Jesucristo (Lucas 14, 7-11):
Observando a los invitados, cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió una parábola diciéndoles:
Cuando seas invitado por alguien a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él, y que viniendo el que os invitó a ti y al otro, te diga: "Da lugar a éste", y luego comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.
Más bien, cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó, diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.
Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Y es lo que les debería ocurrir a estas personas, que se auto ascienden para escalar, no por su trabajo, si no por sus formas. Al final, tenemos direcciones mediocres, que lo que hacen es hacer empresas mediocres. Aunque estamos seguros que, al final, el tiempo, pondrá a cada uno en su lugar.
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