Pues quizá, lo mejor, como siempre, es el punto medio. Ni el descontrol absoluto, que nos llevaría irremediablemente a hacer las cosas mal, ni una planificación tan estricta que sea imposible avanzar a buen ritmo, porque nos llevaría también al fracaso.
Es importante, a la hora de hacer un proyecto, planificarlo, estimar los costes, los tiempos, las personas, etc... pero si algo se tuerce, no te detengas, para poder hacer una nueva planificación exhaustiva, estudia la situación y actúa, porque lo importante es no retrasar en exceso el proyecto.
Por decimos, que lo mejor, es el término medio, porque la planificación, sin un poco de improvisación, no funcionaría y la improvisación, por el hecho de hacer las cosas de cualquier manera, tampoco. Estudia las situaciones, planifica lo que puedas y luego, sobre la marcha, ves haciendo lo que la cabeza te diga y en muchas ocasiones, lo que te diga la intuición (o el corazón), lo que sientas vamos, que muchas veces, acierta antes, que cualquier otra cosa.
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