Y poco más hay que decir. Un niño, sólo sabe quejarse y esperar que sus padres le resuelvan el "problema" que tiene. Y eso, exactamente, es lo que hacemos ahora, salvo que consideramos, según vamos creciendo, que esos "padres postizos" son, nuestros profesores, nuestros jefes, el comité de empresa, los que nos gobiernan, en definitiva, cualquiera, menos nosotros.
Para afirmar esto, contamos con experiencia, ya que tenemos en el equipo, profesores, personas que conocen un comité de empresa y personas que hacen política local. En todos los casos, las quejas son las mismas, para quien trabajar, ya que no se hace otra cosa, te exige, que le resuelvas sus problemas, ahora bien, cuando le pides que se implique, entonces, ya o bien, el problema no es tan grave, o bien, te recrimina que ese es tu trabajo.
Y eso no debería ser así, si un político nos tiende la mano, para involucrarnos en decisiones políticas, lo menos que podemos hacer, es eso, involucrarnos, de manera que podamos cambiar aquello de lo que nos quejamos, pero no es así. Cuando un político, nos tiende la mano, en forma de reunión para entender tu punto de vista y ofrecerte el suyo, e incluso llegar a acuerdos, lo que se consigue es que el ciudadano, no vaya, porque es su obligación. Y así, amigos, vamos muy mal. La obligación de cualquiera, es escucharnos, darnos razones para hacer o no lo que les proponemos y llegar a acuerdos, porque de otro modo, lo que se consigue es lo que hay ahora, un abismo entre los "niños" y los "padres", donde los "padres", hacen lo que les viene en gana y los "niños", patalean.
Pensarlo, y si, en algún momento, alguien os tiende una mano al diálogo, no lo desaprovechéis e intentar cambiar las cosas. En la calle o en un foro dando voces, no resolveremos nada.
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