Cuando dos empresas o departamentos, o lo que sea, que hacen cosas similares, se fusionan, existe un riesgo enorme de confundir al cliente, ya que estás acostumbrado a hacer las cosas de una manera con una de ellas y, en la fusión, algo seguro que cambia.
Por eso, a la hora de hacer una fusión, lo ideal, es ver qué hábitos tienen nuestros clientes e intentar que se les cambie lo menos posible, de esta forma, el cliente ni se entera de la fusión, salvo porque cambie el nombre.
Es lo que decimos siempre cuando hacemos cambios en el software, es fundamental dar pasos pequeños, para que el cliente (usuario), pueda ir asumiéndolos, de manera que no impacte en su día día. En caso de acometer cambios enormes, en los que sea difícil trabajar, salvo que el cliente sea un cliente obligado, esto es, un empleado, os aseguramos que se irá a otro sitio.
Así que si pensáis en fusionar algo, hacerlo con cabeza, estudiando detenidamente las características de los clientes, de manera que cuando la fusión esté finalizada, todos estén contentos y se minimicen la pérdida de clientes.
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