En el trabajo, en más de una ocasión, nos ocurre que tú intentas dar un buen servicio, estando siempre disponible, atendiendo correos a deshora, en definitiva, haciendo, lo que se supone, que tu conciencia te dice que debes hacer, como buen profesional que eres. Pero claro, como decimos en el título, cuando no recibes lo que das, resulta que te cansas y dejas de darlo tú también y entonces, es cuando todo el mundo se extraña.
Hace poco nos ha pasado, tenemos acostumbrado a un proveedor, a que cuando necesita agilizar algo por nuestra parte, siempre estamos disponibles y se lo intentamos solucionar a la mayor brevedad. Pero claro, eso mismo, es lo que queremos, cuando necesitamos algo suyo, pero no es así, tú le haces la petición y te responde cuando puede, ahora bien, lo que sí hace, es en cuanto necesita algo tuyo, te exige que tu respuesta sea inmediata, y estando así las cosas, es por donde no pasamos.
Diréis, si es un proveedor tuyo, déjale, pero claro, eso, en algunas empresas no es tan sencillo, ya que los proveedores con los que trabajas vienen impuestos, por lo que no es fácil, cambiarlos y por lo tanto, tienes que tragar con ello. Y ahí, una vez más, es dónde la dirección demuestra lo mala que es, ya que si uno de tus empleados, se queja de un proveedor, lo menos que debes hacer es darle un toque de atención y de seguir igual, dejar de trabajar con él. Pero como decimos, algún interés tendrá por medio, cuando no lo hacen, y de hecho, lo justifican. En definitiva, la dirección no mira por la empresa, mira por su propio bolsillo, sin importarle lo que le cueste a la empresa, que, en definitiva, no es suya.
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