Los afortunados que tenemos trabajo, si lo hacemos para según que empresas, llega un momento que puedes perder las ganas de trabajar y desear estar entre los desafortunados que no tienen trabajo. Y es que, cuando trabajas, lo menos que esperas es estar a gusto, tener colaboración, ver que confían en ti, que las cosas que haces llegan a buen puerto, en definitiva, que el tiempo que pasas en el trabajo no pasa en balde, pero en muchas ocasiones, lamentablemente, no es así, y entonces, ir a trabajar se convierte en un suplicio, que, muchos días, ni compensa.
Para evitar esto, las empresas, lo tienen muy fácil, simplemente tienen que escuchar a sus empleados e intentar hacer caso, sobre todo, a los que más cerca están de los clientes, y esos, no son precisamente los consejeros, los directores,... que no salen de la sede central, lo que están más cerca de los clientes, son los que día a día, ven las incidencias que salen, se pelean por solucionar problemas,... en definitiva, los que trabajan, de verdad.
Un ejemplo muy claro de cómo funciona esto, es el programa "El jefe", en el que un directivo de una empresa, desempeña varias funciones de los escalafones más pequeños de la empresa y ahí, es donde realmente se entera, de lo nunca se enteraría, porque se lo van filtrando a medida que sube la información por la jerarquía. Por eso, en las empresas pequeñas, se rinde más, ya que no ocurre lo que en las grandes, y a los directivos, les llega, lo que realmente sucede a pie de calle, porque lo tienen todo mucho más a mano.
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