Es impresionante como nos volvemos locos, cuando nos rebajan las cosas. Ayer, aunque en algunos sitios continuará todo el fin de semana, de celebró, vamos a decir una fiesta, importada, como otras muchas, de Estados Unidos, llamada "Black Friday". Como casi todo lo que viene de por allí, es consumismo en estado puro, y lo peor, es que le hacemos caso.
Porque no nos creemos que haya tanta gente que necesite, por decir algo, un televisor. Es más, si tanta falta les hace, que se lo compren justo ese día, por la rebaja que hacen. Y es que, aunque parezcan grandes rebajas, al final, no te ahorras tanto dinero, más, siendo, como son, rebajas en productos, que no son de primera necesidad.
Nos gustaría mucho más, ver esas rebajas en la cesta de la compra, para ver, como la compra de las semana de una familia, que lo necesita, se ve reducida a la mitad. Pero en ésta sociedad consumista, eso no tiene cabida, y lo peor, es que acudiendo en masa a citas como las de ayer, fomentamos que siga siendo así.
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