Pues sí, cuando te mandan un trabajo y para hacerlo necesitas la colaboración de quien lo quiere, proporcionándote el material necesario para hacerlo correctamente, es frustrante ver que no entienden, ni lo que necesitas, ni la razón de la necesidad. A ésto, es a lo que nosotros llamamos incomprensión laboral.
Y lo malo es que se da en exceso. Por norma general, los clientes, no tienen mucha idea de lo que quieren, o por lo menos, no saben expresarlo con claridad. Si ésto, además, lo llevamos al campo del diseño, es todavía más complicado, porque como dice el refrán, para gustos los colores y lo que te gusta a ti, al cliente no y cuando le preguntas qué es realmente lo que busca, no es capaz de contártelo.
Para evitar esta incomprensión, la mejor manera es hablar mucho con el cliente y, a ser posible, ahogarle en propuestas, de lo más diversas, de ésta manera, el cliente, tendrá un gran abanico de posibilidades y lo más seguro, es que organice sus ideas, orientándote hacia lo que será definitivo.
En muchos casos vemos a compañeros, a punto de estregar un trabajo y el cliente les llama, que quiere un pequeño cambio, por lo que retrasan la entrega hasta tenerlo. Ese es un gran error, siempre que tengas algo, aunque sea a medias, entrégalo, ya le servirá para irse haciendo una idea y al final, concretará, de la otra forma, seguirá divagando y no acabarás nunca.
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