Cuando nos ocurre algo, en muchas ocasiones, si reaccionamos visceralmente y sin pensar las consecuencias de dicha reacción, son nefastas. Por el contrario, si respiramos hondo, pensamos lo que hay que hacer y ejecutamos esa solución meditada, consigues perfectamente el objetivo.
Ahora bien, esa segunda parte, de meditar las cosas, no es tan sencillo, sobre todo, si tienes que actuar rápido y casi sin tiempo para pensar, por eso, como decimos cientos de veces, aunque lo hagas rápido, ponte en el lugar del otro, porque tanto para lo bueno, como para lo malo, te puede predisponer para tomar una u otra decisión, en la buena dirección.
Por poner un ejemplo, si alguien te increpa y directamente le sueltas un puñetazo, las consecuencias podrían ser que tú le pegaste, sin venir a cuento. Y como el que te increpe, es su palabra contra la tuya, tendrás las de perder. Ahora bien, si te pones en su piel, al increparte, puedes pensar, que lo que busca es tu agresión, para poder denunciarte, con lo que la decisión correcta, sería responderle increpándole.
Sabemos que no es sencillo, pensar en frío, ni ponerse en la piel del otro, pero las reacciones viscerales, siempre traen nefastas consecuencias, que te tocará asumir.
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