Otra de las habituales tretas, que usan los malos consultores, es la de inflar los proyectos porque sí. Y para ese inflado, utilizan lo más sencillo, llenarlos de burocracia y de subproyectos, de esta manera, necesitan una oficina de proyecto, que se encarga de la burocracia, y una estructura típica de proyecto (jefe de proyecto, analistas funcionales, analistas orgánicos, analistas programadores, programadores, arquitectos,...), para cada uno de los subproyectos. De esta forma un proyecto normal, se convierte en un megaproyecto, que deja muchos más beneficios.
Es otra de las muchas razones por las que los malos consultores, no nos gustan en absoluto. Además, este tipo de prácticas, lo que consiguen es que todos estemos medidos por el mismo rasero y además, que los proyectos no salgan en tiempo y forma, casi nunca. Como decimos en el título, al final, en esos proyectos, la gran mayoría de implicados, lo están, para rellenar el expediente, ya que no son necesarios.
No os dejéis engañar, si un proyecto parece fácil; más o menos sabes hacerlo, pero tienes dudas y alguien te dice que es muy complicado y te presenta un megaproyecto, desconfía, porque te está vendiendo lo que no es, y tendrás varias personas rellenando el expediente, pagando por ellos y sin sacar un rendimiento del tiempo invertido. Olvida ese tipo de proyectos, porque no tienen futuro.
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