Cuando tenemos un trabajo estable, en el que nos desenvolvemos bien, y toca tomar la decisión de dejarlo, no es nada fácil. Y no lo es, porque tienes el miedo natural a saber desenvolverte en otro entorno, como es tu nueva ocupación. Pero no hay que tener miedo, ya que con el miedo, al final, nunca te moverías de los sitios y por lo tanto, nunca avanzarás.
Sin embargo, cuando tomas la difícil decisión, te das cuenta que no es para tanto y que al dejar un sitio, en el que te has acomodado, en el que no te encuentras a gusto, porque cada vez te cuesta más aceptar lo cambios, es mucho más fácil el estar fuera y aceptar los nuevo retos.
Cierto es, que el abandono de un sitio, trae consigo cierta nostalgia, las personas que dejas, el trabajo que sabes hacer y que si en futuro tienes que volver, no sabrás hacer, porque habrá evolucionado, en definitiva, dejas algo cómodo y conocido, que en muy poco tiempo, pasará a ser tan incómodo y desconocido, como tu nuevo destino.
Ahora bien, como siempre, nuestra recomendación es, que lo disfrutes, porque los cambios, por norma general, son para bien y con ello, disfrutaréis mucho al hacerlos, sobre todo al principio, luego, volverás a acomodarte a conocer todo y estarás igual de harto, que el trabajo que dejas, pero para eso, quedará mucho tiempo, en el que estarás ilusionado y con ganas de trabajar.
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