Hablamos muchas veces del egoísmo del ser humano, pero nunca deja de sorprendernos. Ya hemos dicho alguna vez, que solemos querer para nosotros todo, tal y como nos parece que debemos tenerlo, pero para el resto, exigimos que se cumplan las leyes a rajatabla.
Pues también ocurre, con demasiada frecuencia, que cuando hacemos algo, independientemente de que esté bien o mal, damos por hecho que es lo correcto y si alguien se le ocurre cambiar sólo una de lo que hemos hecho, también independientemente de que esté bien hecho el cambio o no, pondremos el grito en el cielo.
Y lo grave, no es ese enfado, son las conclusiones que sacamos, sin tener todos lo datos, que te lleva a juzgar a alguien, sin tener la seguridad de su acción, al que juzgas y acusas, sin razón. Y es que, por mucho que sea blanco y esté en una botella, no siempre será leche.
Pensar mucho cuando acuséis a alguien, puede que no se merezca la acusación y el que esté haciendo el cafre, seas tú.
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