En muchas ocasiones, exigimos a empresas y administraciones que sean transparentes, que los responsables sean accesibles, en definitiva, que no piensen que son dioses del Olimpo, a los que sólo puedes acceder en inexplicables ocasiones.
¿Pero qué ocurre cuando eso pasa? Entonces, no estás preparado para que te digan lo que no quieres oír, por lo que toca enfadarte porque te han dicho que no, cuando tu idea es la mejor.
Y es que está muy bien exigir que te atiendan, de hecho debería ser la obligación de directivos de empresas, de políticos, de responsables de comités de empresa,... pero su obligación es atenderte, escuchar tu idea, problema, queja o lo que sea que les digas y darte una respuesta. Lo que a partir de ahí no es admisible, es que si la respuesta no es la esperada por ti, sigas despreciando su trabajo.
Como os hemos contado en alguna ocasión, hace algún tiempo ayudamos en el montaje de un comité de empresa y cuando un empleado, me vino a preguntar qué tenía que hacer para recuperar unos días festivos que le habían fastidiado y le explicamos cómo hacerlo, nos echó en cara que cómo tenía que ser él que tenía que pedirlo, estando el comité de empresa. Curiosamente, no volvió y casi seguro que perdió los días.
Si te atienden, aprovéchalo, pregunta, si la respuesta no es la que quieres, busca otra forma de hacer las cosas, para que cuando vuelvas a preguntar, la respuesta sea la que quieres. Pero no eches en cara a alguien que te atiende, que lo que te cuente, no sea lo que esperas.
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