En muchas ocasiones, se acusa a las dirección (no sin falta de razón), de ser lentas al aplicar los cambios que harán que la empresa, departamento, o lo que toque dirigir, funcionen mejor. Y aunque estamos de acuerdo que muchas veces (demasiadas quizá), es por culpa de una mala dirección, ya sea por asesoramiento, por inacción o por falta de interés, en otros casos, es por falta de hacer las cosas a su debido tiempo y por humanizar el puesto.
Lo que está claro es que, en una empresa joven, que tiene a personal joven, que debería comerse el mundo, si un director no les pone las pilas, para que todo salga, es un problema del director. Ahora bien, en una empresa, en el que el personal es mayor y llevan años lastrando carencias, no se puede pretender que la dirección lo dinamice de la misma manera y aquí entra la parte humana, no es lo mismo despedir a alguien, porque no quiere hacer su trabajo con 20 años, que hacerlo con 55, ya que las oportunidades de encontrar luego un trabajo no son las mismas. Ahora bien, hay que das otros pasos, que permitan mejorar, pero esos pasos, son mucho más lentos.
Por eso, a la hora de dirigir, es muy importante, tener ganas de hacerlo, poder para hacerlo y ser también humano, ya que se trabaja con personas y esa parte, es muy importante tenerla. Y que todo eso lo reúna una persona es complicado, quizá por esa complejidad, es por lo que el nivel de dirección, no es todo lo bueno que se desea.
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