A veces, en las empresas, no nos damos cuenta de lo importante que es para un cliente, simplemente que le llames, que le contestes a un correo, en definitiva, que sienta que te preocupas por él y que sus problemas, son tuyos e intentas darles solución.
Es muy sencillo, pero en muchas empresas no nos preocupamos de eso, y sin embargo, cuando un cliente tiene un problema, pensamos que es un pesado, que no sabe lo que pide, que no tiene claro como usar el producto, en definitiva, que el problema es suyo y se lo genera él. Pero tampoco somos capaces de llamarle y explicarle que está en un error y que el producto funciona de ese modo, porque está pensado para hacerlo así. La mayoría de las veces, el cliente se sentirá satisfecho, porque le hemos escuchado y le hemos tenido en cuenta. Y las pocas veces que el cliente no queda satisfecho, es porque realmente tiene razón y nos ha dado un vulnerabilidad del producto, que tenemos que depurar, para mejorarlo y una vez hecho, esos clientes, también quedarán satisfechos.
Por lo tanto, escuchar a los clientes y hablar con ellos, al fin y al cabo, las empresas funcionamos, gracias a las cosas que hacemos, precisamente para ellos.
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