Una de las cosas que muchos hacemos mal, es aprovecharnos en exceso de los buenos trabajadores. Y lo hacemos mal, porque los que no son buenos trabajadores, se suelen salir con la suya, ya que no reciben las presiones que los buenos sí tienen. Las razones son claras, aquellos trabajadores que dan problemas y a todo ponen pegas, cuando reciben un trabajo, se quejan, intentan evitar hacerlo y, en muchas ocasiones (demasiadas), por no aguantar discusiones y retrasos, acaban dando la tarea a aquellos que no se quejan, sobrecargándoles.
Pero claro, sabes que cuando un trabajo va a un buen trabajador, sale adelante en un tiempo récord, mientras que si se lo das al protestón, tarda más o no sale nunca. Esto le da una presión mayor a los buenos, que puede caer en estrés y con ello en bajas o menor rendimiento. Por eso, lo que hay que hacer es incentivar. Esos incentivos para cada uno será de una forma, en unos casos, con vacaciones, otros con un aumento de sueldo con premios, en definitiva, incentivando al bueno y, a ser posible, poniéndoselo difícil al malo.
Una vez más sabemos que no es fácil gestionar esto, pero debemos intentar no sobrecargar a los buenos, para que no dejen de ser buenos y cargar con tareas de menos importancia a los malos, de manera que se pongas las pilas, para hacer las cosas bien.
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