Aprovechando las vacaciones, hemos guardado algún día para hacer limpieza en la oficina. Es increíble la de cosas que teníamos, que no servían para nada más que ocupar espacio en el almacén. Pantallas viejas, discos duros, ratones, teclados,... un sin fin de cosas, que en su día guardamos, por si nos servían para algo y hoy en día, después de años en el trastero, confirmamos que cuando los jubilamos, tuvo su sentido.
De hecho, comentando con amigos, uno nos dijo que un familiar hizo limpieza después de treinta años en su casa y sacó un contenedor de trastos viejos (menuda casa tendría). Y por trastos viejos tenía microondas antiguos, muebles que ya no usaba, baldosas, ladrillos,... en definitiva, cosas que se guardan, por si te hacen falta y cuando definitivamente, no te hacen falta ahí se quedan.
Por nuestra parte, lo tenemos claro, no va a ser fácil, pero cuando algo se estropee, directamente lo tiraremos, de manera que no esté acumulando polvo en un cuarto, hasta que, dentro de unos cuantos años, decidamos hacer limpieza.
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