A la hora de trabajar en un puesto de atención al cliente, ya sea presencialmente o telefónicamente, nos piden que seamos amables. De hecho, en el caso de ser atención telefónica, nos piden que tengamos lo que se llama "sonrisa telefónica".
Y es que, a la hora de atender a alguien, es sencillo hacerlo si el que viene tiene una duda y sólo tenemos que resolverla. Ahora bien, cuando el que viene, llega demasiado atacado, ya sea por la tardanza en solucionar el problema, o porque algún otro compañero no le a tratado todo lo bien que él esperaba, toca calmarlo, y para hacerlo, lo mejor, es no perder los nervios, hablarle con absoluta calma e incluso, con algo de alegría (transmitiendo esa "sonrisa telefónica").
Y la verdad es que tanto si eres el que atiende, como si eres que el que va a pedir, debes ser muy tranquilo y empatizar con la otra persona, conseguirás mucho más que dando voces e intentar exigir.
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