Cuando estás en un puesto directivo, tienes que tener claro que vas a tener conflictos con mucha gente. Y para gestionar esos conflictos, hay que tener en cuenta, como dijimos ayer, que tienes que enfrentarte a él, como un problema que es.
En muchos casos, esos conflictos implican tomar decisiones que no gustan a las personas con las que trabajas y que tienen que entender que tomas decisiones en base a lo que, como directivo que eres, es lo mejor para la empresa, independientemente de que con la persona a la que no le gusta, te lleves mejor o peor. En asumir que, por tu puesto, tendrás que tener conflictos con personas a las que aprecias, está la clave para liderar mejor o peor un equipo.
Lo que en ningún caso puedes hacer, es que, sabiendo que lo bueno para la empresa es una decisión, por que a una persona no le afecte, porque le tienes aprecio, o simplemente porque no quieres enfrentarte a ella, tomes una decisión que no sea la correcta, en ningún caso esas amistades (o enemistades), deben condicionarte. Es difícil y según la personalidad de cada uno, puede ser más o menos complicado, pero es la única manera de dirigir y si no puedes, la única opción viable es dar un paso al lado, para que otro, que tenga esas cualidades, pueda dirigirlo como debe ser.
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