A las empresas cada vez les importa menos el cliente. Siguen diciendo que el cliente es lo primero, que todo lo hacen por y para él, pero es completamente falso y lejos de hacer que el cliente quede satisfecho, buscan maximizar los beneficios.
Por poner un ejemplo, el otro día llevamos uno de los coches a reparar, ya que teníamos rota una luna. Pues bien, ya que llevábamos el coche al taller, les dijimos que se nos encendía una luz y que pensábamos que el problema era falta de liquido de frenos. Nos dijeron que lo mirarían y nos llamarían antes de hacer nada. Y lo hicieron, diciendo que el coste de la reparación de la avería era de 200,00 €, a lo que contestamos que no íbamos a invertir tal cantidad, porque además no era la avería que decían, la que nosotros habíamos detectado. Y pensamos que ahí quedó la cosa, pero no fue así.
Cuando fuimos a recoger el vehículo, cobraron al seguro más de 500,00 € por la reparación de la luna y a nosotros más de 40,00 € por decirnos que la avería que ellos decían, costaba 200,00 €. Nos quejamos, además de tener que volver en dos ocasiones al taller por faltar piezas por montar. Aún así no se retractaron en el cobro de la factura.
Por eso, pensamos que los tiempos en el que el cliente tiene la razón, pasaron a mejor vida y ahora se trata de sangrar al cliente todo lo que se pueda. Y eso sólo es, una mala praxis de la empresa.
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