Cuando se anunció que las elecciones generales serían el 28 de abril, teniendo cuatro semanas después, el 26 de mayo, unas elecciones a muchas comunidades y a los municipios, nos pareció un auténtico derroche de dinero. En primer lugar en envío de correos, ya que si estuviesen juntos, se enviarían a la vez y después, toda la infraestructura de las elecciones (pago de horas a funcionarios, a miembros de las mesas, servicios de limpieza,...), pero no, es mejor gastarse, según estimaciones, unos 130 millones de euros más, por hacerlo cuatro semanas antes. Y ésto es la auténtica vergüenza de los políticos, que no entendemos el porqué de algunas decisiones.
Por otro lado, además del coste, está el trabajo previo que se tiene que hacer, sobre todo en las administraciones locales, que se iban a convertir en bastante inhábiles, durante el mes de mayo y ahora, por capricho de la administración central, también serán baste inhábiles, durante el mes de abril, lo que es una auténtica pena. Como hemos dicho muchas veces, al final, las leyes y las administraciones, en lugar de pensar en los ciudadanos, piensan en su supervivencia, lo que hace que no funcionen. Pero claro, con la cantidad de funcionarios que tenemos en España, son ellos mismos los que piensan el lo mejor para ellos y para perpetuar esos puestos de trabajo en el tiempo, lo que cuadra mucho con que unas elecciones se hagan cuatro semanas antes de otras.
Así que, entre unos políticos mediocres y unos funcionarios que están deseando perpetuarse en el cargo, tenemos la tormenta perfecta, para hacer aberraciones como dos elecciones, con cuatro semanas de diferencia, quemando el dinero público.
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