A veces, cuando estamos hablando con alguien, de repente te hacen una pregunta, como ¿por qué te sales a poner el ticket de aparcamiento fuera del coche? y tú contestas, porque me lo pongo más cómodo, a lo que te contestan, si se pone igual dentro que fuera y respondes, pues yo me lo pongo mejor fuera que dentro y se acaba la conversación.
Al rato, vuelves al coche, tienes una multa y quien te dijo que ¿por qué te sales a poner el tiket de aparcamiento fuera del coche?, te pregunta, ¿pero no pusiste el ticket?, y le dices, pues no, ni me acordé, pero te dice, pero si lo hablamos al llegar y dices, si no hablamos de nada de eso y de repente, te das cuenta que has tenido una conversación paralela y la vamos a explicar:
Conversación para A:
A: ¿Por qué te sales a poner el ticket de aparcamiento fuera del coche?B: Porque lo pongo más cómodo.A: Si se pone igual dentro que fuera.B: Pues yo lo pongo mejor fuera que dentro.
Conversación para B:
A: ¿Por qué te sales a poner el abrigo fuera del coche?B: Porque me lo pongo más cómodo.A: Si se pone igual dentro que fuera.B: Pues yo me lo pongo mejor fuera que dentro.
Y así, lo que era una conversación, en teoría igual para los dos, es una conversación para uno y otra, muy distinta para el otro, lo que hace que en el mismo sitio y a la misma hora, cada uno, piense cosas completamente diferentes. Lo hablado y lo entendido, no siempre es lo mismo, la mente, con nuestros pensamientos, muchas veces nos juega malas pasadas.
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