En las empresas, por más que nos esforcemos en hacer las cosas bien, casi siempre, nos acabamos llevando palos. Ya lo hablamos ayer, esos jefes gruñones, nos hacen el trabajo menos agradable. Ahora bien, gracias a ellos, lo que aprendemos es a encajar los golpes y con ello, a sacar partido de una, en principio, mala situación, dándole la vuelta. Y es que, encajar una bronca, saberla llevar y conseguir al final dar la vuelta al problema, obteniendo un beneficio, te da una satisfacción, difícil de superar.
No queremos repetir la entrada de ayer, pero a parte de que los jefes dirijan de otra manera, la mejor solución, es no hacerles ni caso, de manera que encajemos los golpes, sacando partido de ello. Sería como el yudo, en el que aprovechas la fuerza de tu contrincante, para hacerle una llave y que quede a tu merced.
Así que, entre jefes gruñones, aprender llaves de yudo, es fundamental, para poder sobrevivir a un día de trabajo.
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