Hablan de edificios inteligentes, cuando no son nada inteligentes, al menos los primeros que se llamaban así. Desde que trabajamos, no hay un solo edificio, en el que los lunes, sobre todo después de un fin de semana frío, no estemos helados todo el día.
Y la verdad, es que se echa de menos, mucho, aquellas bolsas de agua caliente que tenían nuestras abuelas y con las que se entraba tan bien en calor.
Sobre todo se pasa mucho frío de cintura para abajo, más bien, de la tabla de la mesa, para abajo, ya que, como el calor sale por el techo, hasta que se caldean los pies, tarda bastante.
Esa es otra cosa que no entendemos, la calefacción debería ir de abajo arriba y el aire acondicionado de arriba a abajo, de manera que las estancias se caldearían (hacia arriba o hacia abajo), de una manera mucho más eficiente. También la instalación sería más cara, pero en el tiempo amortizarías dicho gasto con creces.
Así que, mientras los edificios inteligentes, no sean inteligentes de verdad, seguiremos pasando frío en las oficinas, sobre todo, los lunes como el de ayer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta lo que quieras, pero no lo uses para hacerte publicidad, o el comentario será eliminado.