La frase con la que damos título a ésta entrada es la que se nos viene a la cabeza en muchas ocasiones, cuando el cliente nos manda un correo.
La mayoría de los que hacemos este blog, trabajamos para clientes, como soporte técnico, esto es, el cliente es quien da un producto, que nos encargamos de desarrollar otros. Eso sí, la cara visible ante los que compran el producto, es el cliente y nosotros ni aparecemos. Pero vamos, que si tu caso es que trabajas para los comerciales de tu empresa, el efecto será el mismo.
¿Qué ocurre entonces? Pues muy sencillo, el cliente le pide algo a nuestro clientes (o vuestro comercial) y como no suele tener idea de nada, simplemente se convierte en pasante del correo y de ahí, la frase del título, ya que te encuentras muchas veces con un problema, que no has generado tú, que te llega justo cuando está a punto de explotar y que además, probablemente no tenga una solución inmediata.
Así que ocurre, lo que suele pasar siempre, que te conviertes en el responsable de un problema, que lleva meses sobrevolando la zona, pero nadie te dijo nada, hasta que va a explotar. Y esto es muy complicado de solucionar, porque en muy pocas ocasiones te dejan participar y por lo tanto, los problemas llegan en malos momentos, con soluciones nada fáciles y en las que todos se dan mus.
Por eso, cuando estéis en esas tesituras, si tenéis la opción de que otro se haga cargo del marrón, cederle el testigo sin miedo, porque si no, ya sabéis quien pagará los platos rotos.
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