Es muy habitual en las empresas (y en la vida en general), que según te vas preparando para hacer ciertas cosas, te deleguen funciones. De hecho, en una empresa, si no se hace así, la dirección no es capaz de gestionar tantas funciones y las empresa no podría crecer.
Pues bien, otra de las delegaciones más conocidas, es la de los países a sus "divisiones" (estados, comunidades,...) y muchas comunidades, en el caso de España, ven en esas delegaciones, conseguir más poder, que le quitan al estado, en muchos casos, para hacerle competencia.
Y claro, lo que no se debe hacer, es que cuando te deleguen algo, y tomes decisiones, que hacen que las cosas no salgan bien, intentes justificarte alegando que quien te delegó no te deja hacer las cosas de otra manera. Las delegaciones son eso, delegaciones y debes aceptar que las cosas unas veces saldrán bien y apuntarte el tanto y otras mal y deberás aceptar qué hiciste mal para corregirlo.
Pero lamentablemente, como ocurre en general y ya lo hemos comentado alguna vez por aquí, siempre queremos que nos den nuestros derechos (en este caso nuestras delegaciones), pero no queremos saber nada de nuestra obligaciones (asumir los errores).
Por eso hay cosas que no se deben delegar, que serían las funciones principales de aquello que se gestiona, si se hace, se generarían diferencias entre iguales y al final, no funcionaría. Si en una empresa, la gestión financiera se deja en un departamento, se daría muchos más recursos para él, dejando al resto sin fondos, de manera que no pudiesen conseguir sus objetivos, por eso siempre existe un departamento financiero, que es transversal a todos.
En definitiva, delegar es importante, sí, pero con cabeza y haciendo que el que reciba esas delegaciones, asuma del todo las mismas, sin coartarle desde quien le delegó.
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