No es nuevo para ninguno de vosotros, que nos leéis asiduamente, que no tenemos excesiva simpatía por los funcionarios en general. Es cierto que hay muchos que se salvan y que trabajan como bestias, les toque o no hacerlo, pero también que, en una gran proporción, son bastante dejados. Y todos sabéis que nos gustaría que, al igual que ocurre en la empresa privada, se debería poder despedir a aquellos que no hacen su trabajo, sin mayores problemas.
Ahora bien, hoy queríamos hablar de las razones que les pueden llevar a ser así. Y quizá, una de las más poderosas, es que su trabajo sirve para poco. Y nos vamos a explicar. Precisamente este colectivo, suele cambiar de jefes cada cuatro años y ahora más, con tanto partido político. Y claro, hay proyectos que duran más allá de esos cuatro años, por lo que ven que el trabajo que han estado haciendo, acaba como el de la imagen que acompaña a la entrada, triturado, por los nuevos jefes.
Por lo tanto, es tal su desgana por hacer las cosas bien, que directamente o no las hacen o las hacen mal, esperando a que pasen los cuatro años, vengan unos nuevos y vuelta a empezar y pasados unos cuantos jefes, se podrán jubilar, sin haber hecho absolutamente nada, o muy poco.
Obviamente esto se resolvería, si no se cambiase tanto de jefes, si no hubiese esos cargos de confianza, que se ponen a dedo por los que cambian cada cuatro años y revolucionan todo, porque son mejores que los anteriores. Se resuelve, poniendo a directores funcionarios, que no pueden cambiar porque entre un político nuevo, simplemente tiene que conseguir que lo que el político quiere hacer, se haga y convencer al político de cuál es el camino a seguir.
Pero mucho nos queda para que eso sea así y por lo tanto, mucho nos queda para avanzar como merecemos.
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