En las empresas de tecnología, sobre todo en los departamentos de arquitectura, les encanta innovar. De hecho, les gusta tanto, que se olvidan de lo que necesita el usuario, para priorizar por encima de las necesidades, la innovación. Y esta obsesión por la innovación, hace que se hagan cosas completamente absurdas.
Y es que si el usuario quiere un smart para poder moverse por la ciudad de manera sostenible y con un coche pequeño, que le permita aparcar con facilidad, por muy innovador que sea un deportivo de gasolina con 500 CV, no es ni lo que quiere, ni lo que necesita, aunque realmente sea una innovación.
En informática ocurre lo mismo, ya lo hemos dicho en alguna ocasión, se pone de moda algo y todo el mundo quiere implantarlo, independientemente de que sea la solución óptima o no. Y claro, al final, en muchas ocasiones, se tienen aplicaciones que nunca llegan a ver la luz, porque no es lo que quiere el cliente, por mucho que se haga con la tecnología de última generación.
De verdad, la solución nunca es hacer lo más moderno y mejor, la solución, es entregar al usuario lo que espera y en el menor tiempo posible. Así que innovar, pero sólo cuando sea necesario.
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