Hoy en día hay multitud de sensores a nuestro alrededor. Desde el lector de huella de nuestro teléfono, hasta los aforos de las carreteras. Y esos sensores, suelen estar para informar a quien toma decisiones, qué hacer en base a ellos. El de lector de huella del móvil, nos permite decidir quien puede usar nuestro teléfono y con los aforos de la carretera, podemos asignar alternativas, cuando una carretera se colapsa.
Lo malo es cuando algo que no es ni bueno ni malo, en sí mismo, se usa para hacer algo malo. Por ejemplo, en los sitios de comida rápida, donde puedes comprar desde el coche, hemos visto en ocasiones, que nos hacen parar un poco antes del sensor de pedir o del sensor donde recogemos la comida y es muy probable que lo hagan porque no puede pasar un tiempo desde que pides, hasta que sirves y si te pasas de ese tiempo, al empleado (o grupo de trabajo de ese momento), le quitarán dinero. Por lo tanto, ellos mismos gestionan su turno, anulando los sensores.
Por eso, en el mismo ejemplo de antes, si ves que está saturado algunos turnos (porque los sensores te lo indican), lo que debes hacer es reforzarlos, en lugar de penalizar a quien esté. O por lo menos, ver qué hace que esté saturado.
Al final, como decimos los sensores son unas buenas medidas de control, que nos ayudan a ser más productivos, pero si los usamos mal, entonces, puede que seamos, hasta menos productivos.
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