Cuando en una empresa, las reglas establecidas están por encima de motivar a las personas, lo que se consigue es justo el efecto contrario, desmotivarlas y con ello, la bajada de productividad.
Es claro que siempre tienen que existir normas, pero claro, las normas son necesarias para los casos generales, cuando alguien llega con un caso particular y puntual, si aplicar la norma general, implica desmotivarle, hay que valorar si no aplicar la norma y ayudarle en esa motivación.
Pero en las empresas, al final, la iniciativa de las personas no es valorable y sí sancionable, por lo que los directores se limitan a aplicar las reglas una detrás de otra, ya que, de no hacerlo, saben que de su director le caerá una bronca y así, hasta la dirección general, que es siempre la máxima responsable de lo que ocurre de ellos hacia abajo.
Así que, si llevas el peso de una dirección general, delega con todas las consecuencias, de manera que tus delegados aprendan a hacer lo mismo y al final, el buen hacer de cada uno, consiga mejoras en el funcionamiento de la empresa. Cualquier otra cosa, será aplicar reglas como autómatas, que no van a conseguir el objetivo real, que es mejorar una empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta lo que quieras, pero no lo uses para hacerte publicidad, o el comentario será eliminado.