Hay algo, que pasa demasiado a menudo en las empresas, que es poner a personas para que, medien entre dos partes y claro esa figura (o figuras), que tienen ese puesto, se sienten como el osito de peluche de la foto que acompaña la entrada.
Y se sienten así, porque por norma general, no conocen a fondo ninguna de las dos cosas que debe conciliar y los que sí saben, son incapaces de hablarse entre ellos, cuando serían capaces de resolverlo en dos minutos.
Por eso es, precisamente, por lo que se nombra la figura de intermediaria, cuando lo que se debería hacer es obligar a entenderse a las partes que no lo hacen, que son las que tienen el conocimiento, para solucionar el problema.
Pero como casi siempre, la dirección lo que no quiere son líos y prefieren hacer crecer en personas el proyecto, a riesgo de disparar costes, por las nuevas contrataciones y por lo que se alargará el proyecto, que tomar duras decisiones, que lleven a enfrentamientos, ente departamentos y con ellos mismos.
Así que muchas veces, hay proyectos que se eternizan, que no llegan a buen puerto y que, al final, se habrían resuelto, poniendo a las partes implicadas a resolver los problemas.
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