Cada vez los que arreglan los problemas de los productos, sea cual sea el mismo, tienen menos idea de lo que hacen. En muy poco tiempo lo hemos visto con un coche y con una bicicleta eléctrica, pero pasa absolutamente con todo.
Y es que se dedican a pasar máquinas, que diagnostican el producto y le dicen al técnico lo que tiene que hacer. En el caso del coche, dio un problema, y tras gastar 1.000 € en arreglarlo, a los 300 km volvió a salir. Al llevarlo para quejarnos, nos indicaron que el problema era otro y que arreglarlo costaba otros 2.000 €, lo que deja claro que no van a solucionar problemas, si no a cambiar las piezas que les indica una máquina.
Con la bicicleta fue algo parecido, compramos dos, con el mismo motor y misma batería, en una el motor hacía ruido y en la otra no. La llevamos, ya que era nueva y no tenía sentido el ruido que hacía y nos dijeron que tras pasar las pruebas, todo era normal y que no nos preocupáramos. Una vez más, no investigan el problema y se fían de unas pruebas.
Así que los expertos de antes, que miraban el origen de los problemas y realmente los solucionaban, escasean, lo que es una auténtica pena. Vamos para atrás como los cangrejos, que se suele decir.
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